Sí! Importa y mucho! No sólo le importa a nuestra pelvis y suelo pélvico, no solamente le importa a nuestro mundo emocional sino también a nuestros bebés.
El momento del nacimiento es la entrada a éste mundo, a nuestra sociedad, al sistema, es el día en que el bebé deja de estar en una suite 10 estrellas acompañado del hilo musical de los latidos de nuestro corazón, mecido por el líquido amniótico y alimentado durante 24h a través del cordón umbilical, podríamos decir que es un día muy importante, no? Y por ende le debemos la gran fiesta de bienvenida que se merece. Es decir, poca luz, intimidad, acompañamiento amoroso y pocas prisas.
Pero y las mujeres, merecemos algo en el día del alumbramiento? POR SUPUESTO! Calma, amor y mucha, mucha empatía!
En otras ocasiones ya he hablado de las necesidades del bebé durante el parto, así que hoy me apetece centrarme en nosotras, las madres, y qué mejor manera que adentrarme en el este mundillo de partos y emociones que hacerlo a través de mis 3 experiencias, ojalá este escrito os ayude ♥
Tres partos, tres experiencias diferentes
Mi primer parto fue solitario, oscuro y a mi manera. En mi casa, en mi bañera, con mis galletas. Hasta que llegué al hospital, y todo cambió de rumbo… ya sabéis que al entrar en el hospital dejamos la intimidad, la poca luz y el «hago lo que me da la gana» de casa. Así que aunque fue un parto de menos de 20 minutos (valga recalcar que entré dilatada ya de 10 centímetros y con ganas de empujar-cagar mejor dicho, jiji), fue rápido, sin apenas tiempo, PERO me llevé de regalo una episiotomía (ya, sin sentido, lo sé, pues si me hubiesen dejado hacer, hubiese escogido cualquier otra posición que no fuera tumbada, piernas abiertas para comodidad médica).
Feliz con mi bebita en la teta decidí que si llegaba otro retoño a mi vida nacería en el calor de su hogar. Y así fue. Dos años y medio después paría salvaje en el sofá de mi casa acompañada por dos amorosas matronas. Rápido, a mi manera, sin juicios, sin decisiones en las que yo no participara. Informada, empoderada y sobretodo, muy libre.
Feliz con mi bebé en brazos decidí que todos los hijos futuros que pudiera tener (en plan la casa de la pradera) nacerían en casa, siempre que fuera viable (siendo embarazos de bajo riesgo y con la preparación necesaria).
Ocho años después de éste nacimiento, volvía a estar en cinta. Era obvio que el parto sucedería en casa, sólo teníamos que encontrar quien queríamos que nos atendiera-acompañara. Sorpresas te da la vida… parí en casa, sí, pero no como planeaba, dado que tuve un aborto espontáneo. A pesar del dolor y la tristeza, todo el proceso lo vivimos en casa, tranquilos, sin raspados, ni legrados, ni tocamientos innecesarios. En el calor del hogar, ¿dónde sino?
De las tres experiencias me llevo una lección, como mujeres debemos decidir qué queremos, cómo y dónde. Nos merecemos TODA la información, la capacidad de decisión sin que nos infundan miedos, sino información veraz para tomar nuestras propias resoluciones. Sin que nos infantilicen, ni desempoderen, ni corten, ni trasteen nuestro cuerpo más allá de lo meramente urgente, prioritario, y necesario, pero bajo nuestro consentimiento informado.
El embarazo y el parto son momentos mágicos, y como tal hay que tratarlos
Gemma Guillamón.-
*Si estás embarazada puedes consultar webs y foros interesantes como:
Así como listados de centros y matronas que acompañan y atienden partos desde la evidencia científica y el amor.
En el blog de porteonatural.com encontrarás bibliografía recomendada (aquí)