(Escribo con mi más brutal sinceridad este texto, sin pensar demasiado, dejando que mi útero tome el control sobre mis dedos)
Qué duro ha sido siempre estar acompañando madres que estaban sufriendo o habían sufrido la pérdida espontánea de su bebé. Como doula me formé en acompañamiento en la muerte perinatal, recuerdo leer el libro La cuna vacía (salió en 2009) y sentir que esos procesos eran «algo» ajeno a mí. Los podía acompañar, podía empatizar, sabía estar al lado de esas madres pero nunca sabría que sentían.
Nunca… «nunca digas nunca, niña» me solían decir, qué cierto! Qué visionarias! Y aquí estoy hoy hablando de mi propio proceso de perder a un bebé, de padecer un aborto espontáneo, pero sobretodo quiero hablar de los aprendizajes que, como madre, me ha regalado.
Como algunas me seguís hace años, quizás recordéis éste post del año 2014, se llamó TE ESPERO, y habla de mi deseo de tener un tercer hij@, era sólo MI DESEO, y en eso quedó. La vida da muchas vueltas, suelen decir, y en marzo 2017 andaba escribiendo EL DESEO DE SER MADRE (lo saqué este mes de mayo un poco alucinada del post-borrador que había quedado en el tintero en una fase ovulatoria de enajenación-febril-bebé-transitoria).
SORPRESAS te da la vida, resulta que en el mes de abril 2017 quedé embarazada, no sabéis qué alegría, que ilusión, qué felicidad! 3 de 3 boom! No me lo podía creer, esto es pimpam pensé. Siempre creyendo que tengo mucha suerte, que todo sale bien, siempre mirando para adelante con descaro, energía, sin miedos! No era aún consciente de la gran dosis de humildad que iba a recibir, ésta vez, de la Vida.
Desde el primer momento tuve un mal presentimiento, una mala sensación que compartí con mi pareja y familia. Nada parecía ir mal, una eco con correcta ubicación en útero, pechos hinchados, venas del torso hipermarcadas, mucho sueño, mismos síntomas que en los dos anterior embarazos, a diferencia de que ésta vez se me hinchó también la tripa, «es el tercero, es normal» pensé. Seguía con mal presagio.
Los días pasaban felices, tranquilos, saboreando cada momento de este nuevo estado. Una tarde compré éste collar en un precioso espacio al que fui a dar un taller, recién enterada de mi embarazo, lo vi y visualicé en él a mi bebé. Sería nuestro amuleto, el que llevaría hasta el día del parto.
Y la inocente felicidad duró hasta que empezaron las pérdidas leves de sangre un sábado por la tarde, semana de descanso, reposo, nada de esfuerzos, pero las pérdidas se tornaron más intensas a día martes, y mi sensación ya 100% segura de que había perdido el bebé fue el jueves por la mañana; «tengo los pechos otra vez normales, la tripa ha dejado de estar abombada, no tengo sueño, estoy segura del bajón hormonal». Tenía claro que el bebé ya no estaba en mi cuerpo, y el viernes se confirmó mediante ecografía de urgencia «aborto total espontáneo, cuerpo limpio, no se necesita tratamiento».
Cuando te dan una noticia que ya sabes, a veces, es un momento bien extraño, mezcla de sensaciones. Contando que desde el primer día mi pálpito no era nada positivo, por que cuando el cuerpo te habla, la intuición asiente y la mente traiciona, en el fondo las respuestas ya las sabes. A pesar de que mi mente decía «bueno, no sabes en realidad que está pasando, nunca se sabe, tal mamá vivió lo mismo y tuvo un bebé, etc, etc» yo ya sabía desde el día uno que esto terminaría en una partida temprana e intensa.
Éste aborto espontáneo del que habla la medicina, que para mí ha sido un embarazo fugaz, me ha regalado varios aprendizajes, y por ello, lo único que siento ya es agradecimiento, atrás ha quedado la tristeza, el llanto y los ojos rojos a punto de estallar cada hora. Ahora, por fin, siento paz, felicidad, agradecimiento.
Paz por que ya ninguno sufre, ni bolita, ni nosotros.
Felicidad por el amor intenso que nos ha dado.
Agradecimiento por el regalo de unión y consciencia que nos ha regalado su existencia.
¿POR QUÉ ESCRIBO SOBRE MI ABORTO?
Os cuento todo esto por que solía pensar que un aborto espontáneo era simplemente una pérdida, una trágica marcha demasiado acelerada, un hachazo al corazón, pero que tampoco pasaba nada… Qué imbécil era!
Una pérdida duele, siempre, duele mucho. Además a los 15 días de concepción las moléculas del bebé ya envían información a la madre, se comunican ambos cuerpos mediante procesos químicos. COMO EN TODAS LAS GESTACIONES, quedan restos de las células del bebé en el cuerpo de la madre, haya nacido a término o haya partido antes de nacer. Siempre quedan conexiones físicas, y sobretodo emocionales que se han compartido, mucho o poco tiempo.
Me sentía un poco loca hablando de cómo el bebé me enviaba señales, mensajes, incluso cómo condicionaba algunas de mis decisiones, y es que, tal y como pasa con las bacterias de nuestro cuerpo, que se comunican y modifican a nuestras células, y por ende nuestras decisiones y conductas, el bebé no deja de ser un grupo de células autónomas y codependientes a la vez, que toman decisiones, y nos afectan. Vivimos en simbiosis con nuestros bebés intraútero, donde se comunican los organismos entre sí, pero ahora sé 100% seguro que también se comunican emocionalmente, mucho antes de lo que yo pensaba o había sentido en mis otros dos embarazos. Éste bebé era, sin duda alguna, una alma vieja y sabia.
Ahora ya sé que un aborto significa aprendizaje, proceso de consciencia, de autoconocimiento y, sobretodo, de humildad.
Es doloroso ver como en pleno año 2017 , el aborto, sigue siendo un tabú, algo que superar rápido, que no comentar demasiado, todo envuelto en silencios. Mi familia ha estado muy presente, muy abierta, a nuestro lado acompañando la pérdida, como se merece, por que no deja de ser la muerte de un familiar, y eso nunca se olvida, ni se mira para otro lado! Así que en este sentido les estoy muy agradecida.
Algo que me ha sorprendido ver, es como el papá tardaba mucho más que yo en asimilar, digerir y transitar éste proceso. He visto padres llorar en los partos, he visto sus ojos llenos de emoción y felicidad pura celebrando la vida, pero no me imaginaba que en la otra cara de la moneda, la muerte, vería esos mismos ojos llorosos, emotivos. Seguramente por que yo ya sabía mucho antes que él que esto estaba siendo una pérdida y por ello, mi duelo terminó antes que el suyo, dado que él había sido arrastrado por la esperanza desgarradora hasta en los últimos minutos en la consulta médica.
Hay que hablar más de estos temas, hay que saber que estas cosas suceden, a cualquiera, hagas lo que hagas, seas quien es, los abortos espontáneos suceden. Hablemos de ello, compartámoslo, tejamos red de apoyo y sororidad entre nosotras.
Aprendizajes que nos ha regalado bolita:
- Me ha descargado un gran dosis de humildad como mujer.
- He conocido mejor mi cuerpo, sus señales, sus mensajes.
- Nos ha unido más y mejor como pareja.
- Me ha recordado que mi amor se multiplica, siempre.
- Ha echo que ame más mi cuerpo, sus ciclos, sus cambios, sus formas.
- Ha permitido que redescubra con nuevos ojos a mi hija, mi primogénita, mi tesoro.
- Me ha obligado a descansar, a saber qué carajo significa eso de descansar, pero de verdad!
- Me ha echo ilusionar con cada pequeña cosa del día a día, valorar los instantes que compartimos en familia, estar más relajada, restar importancia a las gilipolleces que antes era un mundo y sumar a las cosas que de verdad importan ( la familia, los amigos que nos quieren, el trabajo, la salud, estar felices).
- Una pérdida siempre duele, se vaya una persona de 90 años o una de 7 semanas de gestación.
- He perdido la inocencia de que todo sale siempre bien, y es que la Vida es una moneda de dos caras.
Sufrir un aborto espontáneo es un duro golpe, no me imaginaba que una se sentía de éste modo. Podía intuir las emociones, pero era incapaz de enterderlas en profundidad, y es que la mayoría de situaciones en esta vida somos, prácticamente, incapaces de comprenderlas hasta que no nos suceden en carne propia.
He aprendido cuán importante es respetar el proceso fisiológico del cuerpo, pues en un aborto espontáneo segregamos oxitocina, la hormona implicada en el proceso de parto, la cual además previene la depresión posparto, situación que no se da cuando se acelera el proceso médicamente.
Rituales, ceremonias y despedidas
Los rituales o ceremonias han sido un hito importante en todas las culturas, de echo tenemos muchos tipos de ceremonias, tanto para celebrar la vida como la muerte, como la evolución o los cambios de edad, de estado (bautizos, cumpleaños, bodas, entierros, etc).
Era muy importante, para mí, poder hacer un ritual simbólico de despedida, algo que nos permitiera transformar esa tristeza, decir un adiós, un gracias, un hasta luego.
Escribimos en un papel nuestro sentimientos, emociones, pensamientos. Nos fuimos al campo, y debajo de un pino cavamos un pequeño surco. Quemamos los papeles (el fuego es un elemento transformador, transmutador, de limpieza), pusimos un hermoso ramillete de flores y regamos con la sangre que yo había ido recogiendo (de las compresas de tela en remojo).
«Venimos de la madre tierra, y a ella regresamos, siempre»
*(No pongo fotos del momento del ritual, por respeto a bolita, a su memoria, gracias por entenderlo).
Espero de corazón que estas palabras ayuden a visibilizar estas situaciones poco agradables, pero que no se merecen vivir ocultas. Deseo que este pequeño escrito pueda ayudar a otras madres.
Quiero agradecer a mi mamá, a mi papá y a mi hermana su apoyo incondicional y logístico.
Gracias Clara por estar al otro lado del teléfono las 24h y por tus visitas casi diarias.
Gracias Roddy por ser el mejor compañero que el Universo podía regalarme.
Y sobretodo gracias a ti mi bolita hermosa, que seas feliz allí donde estés.
Muchas gracias, con cariño;
Gemma Guillamón, madre, doula y asesora de porteo.-
Gracias por leerme ♥
Bibliografía recomendada:
La cuna vacía
Las voces olvidadas
Embarazo seguro
Revista Ob Stare número 23
*Cuánto más informadas estamos, más libres somos para vivirnos plenamente. Estoy convencida que este proceso de duelo y sangre, de humedad, de profundidad, de pérdida, ha sido mucho más consciente gracias a estos años de lecturas, de compartir con otras mujeres, de aprendizajes ajenos que han llenado de amor el mío.