Desde el suelo de mi casa, hoy, escribo. Mi voz retumbando en mi cabeza con el mismo mantra repetitivo cansino-horrible, «me siento abatida, resquebrajada, dolida»
Me siento culpable.
Culpable de no ser la súper mujer que podría ser.
Culpable de no ser la maravillosa-calmada-hiperorganizada-semidiosa-perfecta madre que querría darles a mis hij@s.
Culpable de no ser la eficiente-eficaz-marquetiniana empresaria que se supone he estudiado para ser.
Culpable al reflejo de sus ojos, que son los míos, del puñetero espejo del baño. ¿Quién carajo decidió poner espejos en los baños? Ah sí! Un destruye autoestimas, así cada vez que vas a mear te autorecuerdas quien eres, y te revuelves en el fango de tus propias miserias.
¿Dónde quedan tus post motivadores eh? Dónde queda el ¿construye la vida deseas?, tus trucos antibajón… bla bla bla! Y así es como las mujeres nos hundimos en nuestras culpas, pensamientos y perfeccionismos inalcanzables, perdidas en bucles emocionales, malolientes y dañinos. Eso sí, siempre con una sonrisa y un buen rimmel (encajar en el traje de mujer, ante todo Mundo! Lo sabemos…).
Como soy entrañas, emoción y digo la verdad a bocajarro, hoy digo;
Siento culpa de no saber cocinar mejor, de coser mejor, de amar mejor.
Culpa de rayar el coche aparcando, de que se me quemen las tostadas, de romper una taza.
Culpa de permitir que mis emociones me envuelvan y me opriman el pecho, de que mis neuronas anden como átomos estallando en mi cabeza humeante.
Culpa de que sus manitas acaricien mi cara, la manos de él me sostengan fuerte, de que mi mejor amiga me consuele, de que mi hermana mi escriba, y nada, nada me calme.
¿Y qué hago yo?
Seguir tendida en este suelo de baldosas antiguas, esperando me enfríen los sentimientos, por que estoy ardiendo en la hoguera de mis pecados por haber nacido mujer.
Me gustaría que crecieran más despacio, saborear más cada momento, hacer que sus días fueran inmensamente felices y libres de dolor. Y me agoto, y no puedo, y la culpa me come.
Querría poder sacar todo el amor que siento por ellos, hacerlo materia, ponerlo en sus manos y saber a ciencia cierta que saben cuánto los amo. Por que nunca sabemos cómo llega a la otra parte las cosas que hacemos/decimos/sentimos… y me siento culpable por que no sé si les transmito bien las cosas, ni como las reciben.
Y así, en un bucle emocional, a veces, ando. Maldita la culpa que nos gravan a fuego desde el día que dicen «señora lleva usted una niña».
Pero he de deciros que 24h después de haber iniciado éste post… me siento mejor.
Sus manitas sí me calmaron, su sostén me alcanzó, mi mejor amiga me acarició el alma, y mi hermana me escribió. Y el dolor se disipa, la culpa se achica, el corazón respira hondo y profundo. Me siento agradecida, colmada, recibiendo ése amor que me envían, me dan, me regalan, y que a veces, parece no me alcance, cuando la culpa nubla todo. Pues no! NO te dejo ganar culpita de las narices! Ea!
Gracias a la Vida que os trajo a mí. Gracias al Universo que nos unió.
Y gracias infinitas a vosotr@s por leerme! Y seguirme @facebook
Gemma Guillamón.-