Desde tiempos ancestrales, la relación entre los seres humanos y sus crías ha sido fundamental para la supervivencia y el desarrollo de la especie. En esta dinámica, el porteo ha desempeñado un papel clave tanto en la evolución biológica como en el bienestar emocional de las familias. Pero, ¿por qué el acto de portear resulta tan natural tanto para los simios como para los seres humanos? A medida que exploramos esta cuestión, se revela cómo los humanos estamos intrínsecamente diseñados para portear a sus bebés y cómo esto refleja una conexión profunda con nuestro pasado evolutivo y nuestras necesidades emocionales actuales.
Diseñadas/os para portear desde el nacimiento:
- La Prematuridad Humana y el proceso de exterogestación: A diferencia de muchos mamíferos, los bebés humanos nacen relativamente prematuros debido al tamaño del cráneo en relación con el canal de parto. Esta prematuridad da lugar a un proceso llamado «exterogestación», donde las crías requieren una prolongada protección y cuidado fuera del útero materno. La similitud entre el útero y el portabebés crea un ambiente propicio para el desarrollo continuo y la tranquilidad del recién nacido.
- Niveles de Cortisol y vínculos: Los estudios han demostrado que las crías humanas separadas del contacto directo con sus madres tienen niveles más altos de cortisol, una hormona relacionada con el estrés. Esto demuestra que el porteo no solo es físico, sino que también tiene un profundo impacto emocional en el bienestar del bebé. La cercanía constante promueve una sensación de seguridad y calma, lo que resulta en un menor estrés y menos episodios de llanto (reducción del llanto, la frecuencia y la duración del llanto).
Reflejos de agarre en el RN: Al nacer, los y las bebés humanos aún conservan reflejos de agarre en sus manos y pies, un vestigio de nuestra evolución como primates. Estos reflejos permiten que el bebé se afirme al cuerpo del portador de manera natural, fomentando la conexión táctil y estimulando el desarrollo neurológico. Aunque hemos perdido el pelo del cuerpo y caminos de forma erguida (bípeda), los reflejos del bebé humano del s.XXI son los mismos que hace 2 millones de años.
El Vínculo Hormonal y Emocional del Porteo
El acto de portear no solo tiene efectos sobre el bebé, sino también sobre los adultos involucrados. Tanto en hombres como en mujeres, el porteo eleva los niveles de oxitocina, a menudo llamada «hormona del amor». Este aumento de oxitocina fortalece los vínculos emocionales entre el portador y el bebé, así como entre los adultos que comparten la responsabilidad de cuidado. Además, el acto repetido de portear refuerza la confianza y la satisfacción en el papel de los padres y madres, creando un ambiente más armonioso y seguro para el desarrollo infantil.
En última instancia, el acto de portear es un recordatorio poderoso de la conexión profunda entre los seres humanos y su historia evolutiva. El diseño biológico y emocional de los humanos como mamíferos destaca la importancia del contacto piel a piel, la lactancia materna a demanda y la cercanía constante para el desarrollo saludable de las crías. Más allá de ser una moda pasajera, el porteo encarna la esencia misma de nuestra naturaleza como cuidadores y miembros de una comunidad. Al abrazar esta práctica ancestral, fortalecemos los lazos entre adultos y bebés, fomentando un mundo donde el amor, la seguridad y el bienestar son los cimientos de la crianza.
Gemma Guillamón.
Madre, doula, asesora de lactancia y porteóloga.