No te vayas de instagram, sólo léelo con pinzas
Cada vez lo hablamos más, en los encuentros, en las asesorías, en los whatsaps mientras damos teta, en las formaciones con otras mujeres… Las RRSS nos hacen sentir de menos; pequeñas, poca cosa, empobrecidas, feas, malas madres. Las odiamos y amamos a partes iguales, queremos salirnos, pero volvemos a ellas muertas de hambre, cual boomerang lanzado con rabia.
No, las redes sociales no apestan, el kit de la cuestión es cómo las gestionamos, cómo las vivimos y observamos.
Querida, no te vayas de instagram, porque ahí creamos mucho contenido útil, colgamos videos y textos que pueden acompañarte y ayudarte en momentos que no ves la luz, y créeme hay mucha chicha de la buena. Únicamente «coge todo con pinzas» o entre comillas (que además son muy kukis). Ten presente que solo son retazos de cuerpos, de casas, de vidas, de momentos… observa, escucha, lee, filtrando. Las RRSS no son malas persé, simplemente debemos cambiar la perspectiva sobre cómo las observamos.
Hemos llegado a un punto de hartazgo, pero podemos elegir qué leer, a quién seguir, podemos decidir.
Prácticamente todas las personas de nuestro entorno usan redes, quizás por eso nos han hartado, creo, porque conocemos a esa mujer que vive quejándose del marido, la misma que sufre violencia psicológica/emocional/económica colgando fotos románticas, sabemos de aquel padre ausente, ególatra y manipulador que expone fotos de sus hijes a lo padre del año, sabemos de la amiga que vive desbordada con les hijes pero tiene la casa montessori perfecta, conocemos a la pareja más amargada con besos en playas caribeñas, sabemos de quien vive con el agua al cuello endeudado alardeando del new look de moda… y así un largo etcétera que nos quema, y nos hace vivir las redes como la gran estafa del siglo. Nada es cierto, todo son filtros, ángulos, textos que nada tienen que ver con la realidad que sí conocemos, retoques, postureo high level. Y qué. ¡Y qué! Muchas personas necesitan insuflarse fantasía, realidades distorsionadas y mostrarlas para así no morir en sus mierdas de matrix personales. Pero ¡y qué! ¿¿A caso eso debe hacernos sentir mal????
No eres una mala madre por no parir en casa rodeada de cojines y una gran sonrisa en la boca.
Puedes colgar tus preciosas fotos dando biberón.
Puedes quejarte y gritar para que las demás te demos la mano, porque, y créeme, las relaciones, las casas y las familias que ves en las redes, se parecen más a la tuya que a la de la foto.
Yo tengo estrías, canas y arrugas. Mi cocina no está conjuntada, y mis baños, menos. Hay juguetes desordenados. He tomado malas decisiones en las relaciones, me he equivocado y pagado consecuencias. A veces, tengo insomnio, me canso, me harto aunque no lloro porque me cuesta horrores llorar (pero me emociono con facilidad). Nunca tengo nada que ponerme, y busco en las rebajas algún vestido que pueda quedarme de escándalo, pero mis pupilas nunca están satisfechas. Mis pechos están caídos y tiran leche a chorro. Trabajo muchísimo, me esfuerzo en todo lo que hago, trato de mejorarme/sanarme/cuestionarme, y eso, eso es lo importante, y SER FELIZ, ser feliz de verdad coño. Y mis fotos también son retazos, sólo eso. Como todas.
Gemma Guillamón.
[Pequeños textos]P.D A mí me gusta que las redes sociales sean hermosas estéticamente, con feeds bellos, fotazas conjuntadas, armónicas, que brinden paz y belleza, pero no permito que me hagan sentir mal conmigo misma, mi casa, mi familia o mi entorno. Las disfruto, las miro, aprendo algo y cierro. Entre tanta mierda que hay en este mundo, tanta violencia y horror, ver fotos hermosas me gusta, mas no dejo que me condicionen. Insta es así, tremendamente buenorro e hipnótico, como una puesta de sol arriba de la montaña, como un paseo por el bosque en verano, como meter los pies en el agua fría de la orilla en otoño…